Para la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe (FEPALC) es vergonzoso que hechos de esta naturaleza se produzcan en una democracia. Actos debidamente coordinados para amedrentar a una cooperativa de trabajadores que, a pesar del abandono de los empresarios, han sabido organizarse para subsistir y mantener el diario en circulación
La FEPALC ve horrorizada los destrozos producidos en el edificio donde funcionan ambos medios. Al destruir el cableado e inhabilitar los servidores necesarios para el funcionamiento de la redacción, queda claro que la intención ha sido silenciarlos por segunda vez. Por ello, con energía, demandan una identificación inmediata de los responsables y exigen al Gobierno que se implementen medidas de seguridad para evitar una nueva intrusión en el edificio. El Estado está obligado a garantizar la integridad física de los trabajadores y sus familias.
Llama la atención que a pesar de la flagrancia del delito ninguno de los atacantes haya sido detenido por los agentes policiales que lograron ingresar al local.
La FEPALC respalda a su afiliado, la Federación Argentina de Trabajadores de la Prensa (FATPREN), que ha calificado este ataque como un golpe no sólo a Tiempo Argentino y radio Americana, sino como una agresión a todos los trabajadores de prensa argentinos y la libertad de expresión. Para la FATPREN este episodio trae el amargo recuerdo de los tiempos más oscuros de la historia argentina.
El drama de estos trabajadores que se inició hace seis meses, ha convertido este caso en emblemático para los periodistas en el mundo. Los más de 180 trabajadores del Tiempo Argentino han enfrentado la adversidad organizándose, impidiendo el cierre del medio y conservando su fuente de trabajo. Hoy, además de una amenaza judicial de desalojo, deben enfrentarse a un acto de delincuencia de este calibre.
En razón a ello, la FEPALC reclama al Ministerio de Trabajo y a la Justicia argentina una solución integral a este problema generado por el abandono de la patronal. A esta demanda se suma la FAPE. Los trabajadores del Tiempo Argentino y radio Americana no están solos.
