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Lydia Cacho reclama la práctica de un periodismo que tenga “impacto” y haga “remover los cimientos” de la sociedad


Lucía Martínez Odriozola, Manu Brabo y Lydia Cacho. /UIMP

La periodista y escritora mexicana Lydia Cacho ha reclamado hoy en Santander la práctica de un periodismo que tenga “impacto” y haga “remover los cimientos” de la sociedad. “Me gusta saber que mi trabajo es útil. No podemos permitir que el encarcelamiento, la tortura, los malos tratos, las persecuciones o las amenazas, dominen nuestras vidas”, ha dicho.

Así se expresó durante una rueda de prensa con motivo de su participación en el curso de la Escuela de Periodismo Juantxu Rodríguez Emociones y avisos: la tarea de conmover en los medios , que se celebra esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en colaboración con la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), y en la que estuvo acompañada por el fotoperiodista Manu Brabo y por la presidenta de la Asociación Vasca de Periodistas, Lucía Martínez Odriozola, que ejerce de directora de la Escuela.

 

Como muestra de lo que es su día a día en México, Cacho ha relatado cómo el pasado jueves tuvo que salir de su propia casa escoltada por la Policía Federal, después de confirmar que un sicario quería acabar con su vida. “Tuve que salir escondida y subirme a un avión para venir a España”, ha confesado.

 

Pese a las amenazas, la periodista reconoció que se aprende a vivir “con esa tensión” e insistió en que “la vida sigue”. “No es fácil, pero el trabajo que hacemos es útil y necesario. Tenemos que echar un poco de imaginación para elaborar reportajes en condiciones adversas”, ha alentado Cacho.

 

De todas formas, recordó que es complicado hacer periodismo bajo amenazas y contó cómo para escribir el último libro que ha publicado tuvo que acudir disfrazada a algunos de sus encuentros para “evitar sufrir daños”. Además, recalcó que “una vez que entiendes que tu vida está en juego y conoces quién quiere hacer callar tu trabajo”, la autocensura no tiene lugar.

 

“Cuando sobreviví a la tortura y salí de la cárcel, tomé la decisión de que no iba a dejar de hacer mi trabajo. Creo que lo que hago es útil y ahí está la prueba, con un tipo en la cárcel y varios muy asustados”, ha agregado Cacho.

 

En esta línea, Cacho denunció la “connivencia del Estado mexicano y de los medios de comunicación monopolísticos” en su país para silenciar ciertos aspectos de la lucha contra el narcotráfico. “Los reporteros que no aceptamos ese acuerdo estamos en una gran guerra contra la hipocresía. Mandan un mensaje a la sociedad, cuando los narcotraficantes tienen el poder de la mitad del país”, ha explicado la periodista, que está en posesión del I Premio Internacional de Periodismo Manu Leguineche.

 

Lydia Cacho está en posesión del carné nº 26.397 de la FAPE que acredita la condición de periodista que los poderosos han querido arrebatarle haciendo uso de métodos legales e ilegales. La periodista mexicana ha puesto de ejemplo las 26 ciudades mexicanas “dominadas por los militares, lo que supone que el Ejército controla a las policías civiles y provoca una ausencia del Estado de Derecho en una buena parte del país”. “La censura es brutal”, ha denunciado.

 

El fotoperiodista Manu Brabo, detenido por el ejército libio durante 43 días, admitió que volvería a Libia porque, según lo ha descrito, “es un conflicto que me atrae muchísimo”. “Cada uno sabe lo que vale su pellejo”, ha señalado.

 

Para Brabo, “lo ideal sería volver cuando haya un Estado que no me pueda detener”, aunque ha confesado que su vuelta serviría para “afrontar algunas cosas que solo pueden superarse trabajando”. “Puede que tenga ahora una facilidad mayor para ponerme en el pellejo de determinadas personas y eso puede contribuir a la hora de construir mis trabajos”, ha reconocido”. “Comprendo la tristeza y el hartazgo de los libios, sus ganas de cambiar la historia”, ha declarado.

 

Como conclusión, Lucía Martínez Odriozola, directora de la Escuela, ha animado a los periodistas que están en contacto con situaciones terribles a aprender a gestionar las emociones. “Evitaremos una enfermedad o que nos cubramos de un manto de cinismo para poder convivir con el dolor constante”.

 

La jornada se ha completado con la intervención del periodista y bloguero Enrique Meneses y de la periodista y guionista de documentales Georgina Cisquella, quienes han presentado el documental Oxígeno para vivir. De la generación Magnum a la 2.0, sobre la figura del veterano periodista, autor de las primeras fotografías de Fidel Castro y los rebeldes cubanos en Sierra Maestra. La corresponsal de la COPE en Roma-Vaticano Paloma Gómez-Borrero ha cerrado el programa con una conferencia durante la que ha explicado cómo gestionó las emociones en tres de las informaciones más importantes que ha cubierto a lo largo de su carrera periodística: el secuestro Aldo Moro, atentando contra Juan Pablo II y su muerte.

 

El curso Emociones y avisos: la tarea de conmover en los medios celebra mañana su cuarta jornada con el taller La violencia fuera y dentro de la redacción, impartido por Lydia Cacho, y la conferencia Goles son emociones, a cargo de Santiago Segurola, adjunto a la dirección de Marca.

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