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La televisión cuenta lo que quiere

Joaquim Ibarz

Corresponsal de La Vanguardia en América Latina

Haití ha puesto a prueba la respuesta de los medios ante una situación dramática. El periodista ha tenido que ser cuidadoso para evitar caer en el fácil sensacionalismo o en el escandaloso amarillismo, que hemos visto en muchas cadenas de televisión. Un saqueo aislado en una casa en escombros o el desorden puntual en la entrega de ayuda tras 10 días de incapacidad total por parte de la misión de Naciones Unidas no quería decir que en Haití reinara el caos. Los actos de violencia han sido mínimos pese a que la población estuvo muchos días sin recibir alimentos ni agua. Muchas cadenas de televisión han dado una visión deformada, parcial y manipulada de la realidad. El pueblo haitiano ha mostrado una paciencia infinita ante el caos de su gobierno y de la misión de paz de la ONU, que en los primeros días después del terremoto estuvo prácticamente desaparecida. En La Vanguardia hemos intentado mostrar aspectos humanos, sociales y culturales de la tragedia. Por ejemplo, informamos tres días después del seísmo de la práctica desaparición del Museo Nader, el principal del mundo en pintura naïf. Y hemos intentado dar voz a los damnificados, exponiendo las dificultades que entraña el que cientos d emiles de personas sean trasladadas a campamentos fuera de las ciudades.

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