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“La pandemia nos ha permitido demostrar a la sociedad que el buen periodismo es clave”

Discurso pronunciado el 14 de diciembre durante la entrega de los Premios Tintero y Secante 2020 por Íñigo de Barrón Arniches, presidente de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE), asociación vinculada a la FAPE

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Buenas noches a todos, gracias a los que habéis venido hasta aquí para celebrar la entrega de los Tinteros y Secantes, Ministra de Industria, presidente de la SEPI, presidentes y consejeros delegados, así como a todos los socios e invitados que nos estáis siguiendo a través del canal de You Tube.

Esta es la primera vez en las 34 ediciones de estos galardones en la que no contaremos con la presencia de tantos amigos que siempre que nos acompañan en este acto, uno de los más relevantes, si no el más, que organiza la Asociación de Periodistas de Información Económica.

Pero la pandemia nos ha marcado la vida desde marzo y eso también ha afectado a este acto, y a nuestra forma de trabajar, de una manera crucial. Quizá por eso entre los Tinteros, los que creemos que han estado más disponibles a las demandas de información ha destacado la CEOE, que ha tenido un papel muy relevante en la negociación de gran número de medidas económicas de urgencia, la aseguradora Mapfre, un sector clave en estos momentos, que ha estado en primera línea informativa, y en el sector hotelero ha despuntado Exceltur a través de Meliá, que pese a ser un sector tristemente protagonista, no ha dudado en salir a informar de la dura situación.

Entre los Secantes, aquellos a los que los socios han considerado menos accesibles y comunicadores, ha destacado Acciona, una empresa que por su presencia en el sector del medioambiente creemos que debería haber estado más cercana a los medios. Desde la Administración nos hubiera gustado tener más respuestas y un diálogo más fluido tanto con el Ministerio de Industria como como con la SEPI, que juegan un papel estratégico en la recuperación de la industria española.

También nombraremos dos nuevos socios de honor, al presidente de la CNMV, Sebastián Albella, y al presidente de la Comisión de la Competencia, José María Marín Quemada. En la junta creemos que ambos han entendido la importancia de los medios de comunicación en la sociedad y han facilitado nuestra labor.

Una labor ejemplar de las redacciones

Como comentaba antes, la pandemia ha marcado nuestras vidas y nuestra manera de trabajar. Y quiero empezar reconociendo el enorme esfuerzo que han hecho todos los medios de comunicación y sus periodistas para seguir informando a pie de calle, asumiendo el riesgo de contagio propio y el de sus familias.

También creo que ha sido ejemplar, y digno de estudio, cómo las redacciones se vaciaron casi de un día para otro en el estado de alarma para evitar los contagios, sin que los lectores y la audiencia en general, percibieran una caída de la calidad del producto. Probablemente nadie creyó que se podía hacer diarios en papel, programas de televisión y radio, así como medios digitales, con la complejidad técnica que conlleva, con todos sus periodistas en sus casas. Pero la tecnología, la capacidad de adaptación y la voluntad por informar en un momento tan terrible como éste, ha sido tan grande que lo hemos logrado. Y creo que es de justicia que se reconozca.

«Ha sido ejemplar, y digno de estudio, cómo las redacciones se vaciaron en el estado de alarma sin que ello provocara una caída en la calidad del producto»

Pese a estos logros, la sociedad sigue exigiendo más a los periodistas. En la pandemia los ciudadanos han escogido a mayoritariamente a los principales medios para informarse, lo que ha disparado el tráfico de sus páginas web y las suscripciones, pero al mismo tiempo existe un descontento evidente, como refleja la última encuesta del CIS. Casi el 48% de los españoles ha empeorado su opinión sobre los medios respecto a la que manejaba antes de la crisis sanitaria. Un 23% la ha mejorado y otro 22% la mantiene.

La falta de credibilidad es otra pandemia

¿Por qué hemos llegado a esta situación? Creo que muchas respuestas están en el informe Reputación de los medios de comunicación españoles, publicado en junio en la Revista internacional de Información y Comunicación cuyos autores son Justo Villafañe, Yolanda Justo y José Luis Martín-Sáez.

La conclusión es que existe falta de credibilidad y reputación. En opinión de los consultados, la reputación es la suma de tres factores: la credibilidad del medio, que exige independencia; la objetividad de la noticia que requiere imparcialidad, y la diversidad de fuentes siempre que estén suficientemente contrastadas.

Para la mayoría de los consultados, dice la publicación, “la información transmitida por los medios se percibe como manipulada y partidista». En este estudio se reclama que la información sea útil, entretenida y que no haya que ponerla en duda dependiendo del medio que lance la noticia.

Entre los más jóvenes asocian la manipulación con la gente que manda, la que decide qué es lo que debe saber la ciudadanía. Y les preocupa la influencia de la financiación de los medios y los intereses empresariales que tienen detrás. Ello supone, dicen “que, en general, no se cuenta la verdad y por tanto la información no resulte real”.

«Los jóvenes asocian la manipulación con la gente que manda, y les preocupa la financiación de los medios y los intereses empresariales que tienen detrás»

Y en este campo creo que debemos ser autocríticos sobre cómo informamos de las cuentas de resultados de nuestro sector, de nuestras propias empresas, que no son un ejemplo de transparencia y claridad informativa. Como tampoco lo es cuando vemos a compañeros que firman informaciones y, al mismo tiempo, trabajan para empresas de comunicación. Pueden hacerlo, por supuesto, pero deben informar a los lectores sobre quién les paga.

Las crisis siempre fuerzan los límites y en mitad de una que solo tiene parangón con las cifras que se vivieron en la Guerra Civil, la situación económica de los medios se ha convertido en agobiante. Como afirma un reciente artículo, publicado el 4 de diciembre en el Washington Post por el presidente de la Alianza de Medios Informativos, “los editores de noticias se enfrentan a una paradoja devastadora: si bien Internet ha posibilitado que lleguen decenas de millones de lectores, las finanzas están peor que nunca. Los gigantes tecnológicos”, Google y Facebook principalmente, “ahora se interponen entre editores y lectores, y los ciudadanos valoran los hechos comunes menos que nunca. Las soluciones requerirán superar los mitos persistentes sobre cómo funciona la publicación de noticias”.

Publicidad disfrazada de noticias

Esta situación está llevando a que las empresas periodísticas en España aumenten la publicidad disfrazada de noticia con afán de elevar la facturación. Es un error pensar que los oyentes, telespectadores o lectores no se dan cuenta; ya hemos visto que lo denuncian y que nos socava la credibilidad. Encubrir la publicidad como información es de enorme gravedad porque cuando el público lo percibe, la duda se extiende sobre todo nuestro trabajo, todo se pone en tela de juicio, todo se pone bajo sospecha.

«Las empresas periodísticas en España están aumentando la publicidad disfrazada de noticia. Y es un error pensar que los oyentes, telespectadores o lectores no se dan cuenta»

Es una actitud con la que incluso sobrepasamos lo que debe ser la verdadera publicidad, cuyo artículo 8º de su Estatuto dice: “En toda actividad publicitaria deberá respetarse la verdad, evitando que se deformen los hechos o se induzca a error”. Creo que los propios anunciantes deberían rechazar este formato porque acaba matando al mensajero y con él la capacidad de llegada de los medios al público.

En el citado informe sobre Reputación de los medios de comunicación españoles, los encuestados apuntan que nos perjudica la influencia política. En este punto creo que estamos viviendo una época en la que la clase política desprecia el valor de la verdad y muchos medios han hecho lo mismo y se han metido en las trincheras para ratificar a los lectores en la ideas que se supone que tienen asumidas.

Creo que cuando los medios se convierten en un apéndice del poder político, como está ocurriendo en ocasiones que incluyen a la información económica, lo que se consigue es compartir el desprestigio parlamentario, que ya está en cotas récord. Si seguimos un periodismo declarativo sin contrastar ni contextualizar la información, nos contagiamos del desprestigio ante la opinión pública.

Y los ciudadanos no quieren que se les diga cómo tienen que pensar. Por eso, en el informe mencionado  se nos reclama dar cabida al debate dentro de los propios medios y que los ciudadanos no tengan que buscar varios para conocer diferentes opiniones.

Un periodismo sin hechos no informa: opina

Los hechos son nuestro combustible diario, sin ellos nos convertimos en opinadores, no en informadores. Es perfectamente lícito que los medios tengan un planteamiento ideológico, pero eso no permite derribar la barrera de los hechos.  No debemos olvidar que nuestro derecho constitucional y el de los ciudadanos es “A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”.

Por eso la pluralidad es una tabla de salvación. No deberíamos pensar que nuestros lectores u oyentes solo quieren reforzar su criterio, sino, como decía el estudio, mostrar los hechos y ellos ya se formarán su criterio, como creo que hacen algunos de los grandes diarios regionales.

Este año hemos asistido incluso al nacimiento de la prensa de partido, un medio en la extrema izquierda y otro en la extrema derecha, algo que casi habíamos olvidado y que era propio de décadas pasadas.

«Este año hemos asistido al nacimiento de la prensa de partido, algo que casi habíamos olvidado y que era propio de décadas pasadas»

Pero también los encuestados hacen autocrítica sobre su comportamiento en el estudio. Admiten que, como consumidores de medios, parte del público “sigue a periodistas sancionados por mentirosos” o que dicen “buscar el rigor, pero quedan atrapados por el morbo” y hacen una referencia muy negativa hacia los tertulianos.

Los consultados de más edad dicen que los medios hemos perdido objetividad en las dos últimas décadas. Antes –se afirma– los periodistas eran más independientes y más creíbles, ahora se han hecho más partidistas y su opinión está cada vez más sesgada. Y se acaba reconociendo que hay medios más objetivos que otros, más valorados que otros, en tanto en cuanto no aparecen abiertamente posicionados en un lado o en otro.

La pandemia, una buena excusa para no informar

Creo que este informe es un buen análisis de los males con los que convivimos y que se han acentuado desde la llegada de la pandemia. La covid-19 nos ha separado mucho a unos de otros y eso también se trasladado al ámbito informativo. Los empresarios y directivos han aprovechado para poner distancia con los periodistas económicos, para poner pantallas protectoras de por medio, para alejarnos de las fuentes, para elevar muros defensivos a su alrededor.

Comenzó haciéndolo el Gobierno y continuó el sector privado. Hemos vivido la creación de organismo de “actuación contra la desinformación” dirigido por el Palacio de la Moncloa, que ha cosechado la crítica de las principales organizaciones de periodistas sobre todo porque no ha aclarado cómo va a funcionar. Y eso es clave.

Este organismo del Gobierno se justifica porque la pandemia ha disparado las noticias falsas. Todos podemos entender que se deben combatir las fake news, que han existido siempre pero que ahora se ha disparado su propagación por las redes sociales y la digitalización de la sociedad. Sobre esta cuestión me parecen esclarecedoras las conclusiones aportadas por el informe de La Sociedad Digital en España 2019, editado por Fundación Telefónica.

El estudio describe que ya hemos entrado en la cuarta revolución basada en la digitalización, los datos y la inteligencia artificial que se reflejará en un ocio digital que pasará por más consumo de tele de pago, de multimedia y de redes. El 84% de los ciudadanos dicen ver la televisión cada día y el 83% afirma usar Internet a diario. Nunca había estado tan cerca un sistema del otro, según la audiencia de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación.

Noticias falsas y mundo digital

En este ecosistema es donde viven y se reproducen con facilidad las noticias falsas. Los encuestados en este informe dicen desconfiar cada vez más de buena parte de los medios digitales, y aún más de lo que leen en las redes sociales y aplicaciones de mensajería, es decir, WhatsApp, cuyo rechazo alcanza el 65%. En el caso de la prensa online, un tercio de los europeos confía poco, mientras que en España el porcentaje llega hasta el 43%. Nos encontramos, por tanto, ante un escenario en el que existen grandes recelos hacia los medios digitales, un factor que será necesario revertir porque es el ecosistema donde vamos a desarrollar nuestra labor.

En términos absolutos es muy difícil medir la incidencia de las noticias falsas. No obstante, existen ciertos indicadores que permiten apreciar su potencial peligrosidad. Un estudio realizado por investigadores del MIT de Chicago sobre la difusión de noticias falsas en Twitter concluyó que estas tenían un 70% más de probabilidad de ser retuiteadas que las historias verdaderas. Además, una historia verdadera tardaba seis veces más en llegar a 1.500 personas que una falsa. En España el 78% de los ciudadanos dicen encontrar una noticia falsa una vez a la semana.

«Una noticia falsa en Twitter tiene un 70% más de posibilidades de ser retuiteada que una verdadera»

Pero lo interesante, y esperanzador para nosotros, es que, según el estudio citado, los ciudadanos mantienen altas tasas de confianza en los medios tradicionales. Por eso el 52% de los encuestados afirman que “la responsabilidad del control y eliminación de las noticias falsas es de los periodistas». Es decir, aunque no se fían mucho de nosotros, sí nos otorgan la responsabilidad de limpiar el ecosistema de la basura informativa.

Y ese ecosistema es tecnológico, que nos está llevando a nuevos cambios: la forma de financiarnos y adaptarnos al modo de consumo de nuestros clientes.

La visión de los analistas norteamericanos de medios es que esta situación ha provocado que el pago por las noticias sea la única salida. Si la publicidad no es suficiente para tener empresas periodísticas solventes, no podemos seguir regalando nuestro trabajo o elevar la dependencia de algunas compañías.

En Estados Unidos hay datos positivos. El New York Times superó recientemente los seis millones de suscriptores digitales, el Washington Post tiene alrededor de tres millones y ha habido un crecimiento extraordinario en otros boletines de suscripción. Pero también advierten de que existen límites en la capacidad de los lectores para pagar todo el periodismo que necesitan. La “fatiga de las suscripciones” es un fenómeno que limita la cantidad de fuentes por las que los lectores están dispuestos a pagar.

Esta situación abre otro desafío, la “desigualdad de información”: si todo el periodismo importante se mueve detrás de barreras de pago y se vuelve inaccesible para amplios segmentos del público, ¿Cómo se va a informar? El Washington Post dice que “Para que el periodismo de calidad generalizado sobreviva y llegue a las personas que más lo necesitan, los editores deberán obtener un mayor rendimiento financiero de las plataformas tecnológicas que controlan el acceso a los lectores. La música, con Spotify ha demostrado que es posible tener un negocio financieramente sostenible que también haga que el contenido esté ampliamente disponible”.

Profesión digna, salarios dignos

Algunos creen que los problemas del periodismo pueden resolverse mediante agregadores de noticias o programas de paquetes como Apple News o Google News, que permiten a los consumidores acceder a las historias publicadas por diferentes medios desde un único punto de entrada, como hace Spotify en la música, con precios reducidos. Sin embargo, esta vía está dando muestras de agotamiento tanto en Apple News como en Google News.

Para algunos analistas la clave es que Google y Facebook, que ya están sufriendo el acoso legal por su comportamiento monopolístico, deberán ser más generosas si no quieren acabar con los medios que les generan noticias con mucho tráfico. No parece de recibo que se sigan llevando la mayor parte de la tarta publicitaria entre el anunciante y el medio de comunicación.

«Donald Trump ha sido un ejemplo de cómo la manipulación puede dividir y enfrentar a una sociedad en mitad de una crisis económica y sanitaria»

Confiemos en la que la cordura se vaya imponiendo en este campo porque el mandato de Donald Trump en Estados Unidos ha sido un buen ejemplo de cómo la manipulación a través de fake news puede dividir y enfrentar a una sociedad en mitad de una crisis económica y sanitaria. La sociedad verá si los gigantes tecnológicos están dispuestos a apostar por los medios más rigurosos y vertebradores de la sociedad porque, a largo plazo, será un camino para llegar a más consumidores.

Pero la trasformación no solo será tecnológica. También exigirá otra forma de trabajar, porque ha cambiado la manera en la que nuestros públicos reciben las noticias, cómo las consumen, en dónde lo hacen, quienes les influyen para que accedan a un contenido o a otro… Y para que estos cambios sean efectivos será necesario que haya más mujeres y más jóvenes en los puestos de mando, así como que se facilite la mutua enseñanza entre veteranos y los que recién incorporados a las redacciones.

Los diarios ya comparten rotativas y la distribución. Pronto deberían hacer lo mismo con los avances en inteligencia artificial para el mundo informativo, en las mejoras de las reestructuraciones de las redacciones o de los sistemas de teletrabajo. Compartir tecnología es abaratar costes para poder competir mejor en lo que nos debe diferenciar, las noticias.

Y debemos encontrar las salidas porque las tareas que tenemos por delante son ambiciosas. Estamos en una crisis económica y sanitaria nunca vista antes, que se va a entrelazar con los problemas del cambio climático en medio de una globalización cuestionada.

«No habrá buen periodismo si no se paga bien a los periodistas. Debemos denunciar el abuso de los falsos autónomos y los becarios en las redacciones.»

Creo que la pandemia nos ha permitido demostrar a la sociedad que el buen periodismo es clave; hemos tenido grandes logros en la información de servicio y en el periodismo de datos, que ha servido para poner cordura en el debate. Y no habrá buen periodismo si no se paga bien a los periodistas. Debemos denunciar el abuso de los falsos autónomos y los becarios en las redacciones a los que se les ofrecen los peores trabajos, sin una proyección profesional.

Creo que el confinamiento ha provocado la prolongación de jornadas, un gran esfuerzo por parte de los periodistas, que han vivido en muchos casos, recortes de salarios y despidos. Es justo reconocerlo, pero la forma de acabar con esta situación es recuperar ingresos y para eso tenemos que ganar relevancia y reputación en la sociedad. El periodismo si es irrelevante no tiene futuro. Ojalá la mayoría se instale en los principios básicos del periodismo, sea digital o no: transmitir información veraz, rigurosa e independiente.

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