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La APM premia las buenas prácticas periodísticas, en tiempos de desprestigio

Fernando González Urbaneja, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), destacó que, al pasar “por una de las etapas más difíciles que hemos conocido”, cobra mayor valor que “los periodistas muestren respeto por sus propios compañeros y por la profesión”. Para definir la crisis del sector, el presidente de la APM habló de “precariedad laboral extrema, problemas de credibilidad y prestigio y confusión acerca del modelo de periodismo con futuro. Una especie de tormenta perfecta que nos tiene asustados y perplejos”, durante la entrega de la 71¦ edición de los Premios de Periodismo APM 2009 celebrada el 15 de junio. “Y lo peor no ha pasado –agregó–, quizá estamos en el centro de la tormenta”. La sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid acogió por séptimo año consecutivo esta ceremonia.

Premiados y miembros del jurado, junto a Esperanza Aguirre y Fernando González Urbaneja. /P.VÁZQUEZ
Premiados y miembros del jurado, junto a Esperanza Aguirre y Fernando González Urbaneja. /P.VÁZQUEZ

Durante el acto, presidido por Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, González Urbaneja se volvió a comprometer a gestionar la APM “con austeridad y rigor, con transparencia” y a “escuchar a los socios y alentar el debate profesional y la defensa de la profesión. Asimismo, apuntó que “de los 7.500 socios actuales, la mitad se han afiliado durante los últimos siete años, y exigen que no les defraudemos”.

El primero en recoger su premio, el Rodríguez Santamaría, como reconocimiento a los méritos de toda una vida profesional, fue Juan Pedro Quiñonero, corresponsal del diario Abc en París. Quiñonero aprovechó para recordar la figura del que fuera presidente de Honor de Abc, Guillermo Luca de Tena. “No veo el periodismo como una carrera, sino como un oficio que se aprende de los grandes maestros”. Entre otros muchos compañeros, mencionó a Luis María Anson, Manuel Martín Ferrand, Fernando Ónega y Miguel Ángel Aguilar.

El Premio Víctor de la Serna, al periodista más destacado del año, recayó en Alberto Surio, director general de Euskal Irrati Telebista (EITB), quien confesó que dirigir EITB es un “ejercicio complejo”, dado que “pasa por dificultades” el modelo público de televisión. Surio le dedicó el galardón a todo el colectivo de periodistas vascos “por su ejercicio cotidiano de dignidad y profesionalidad”.

María Peral, redactora jefe de Tribunales del diario El Mundo, recibió el Premio Javier Bueno, que se otorga como reconocimiento a una dedicación sobresaliente en un área especializada del periodismo. Peral compartió méritos con sus colegas de otros medios de la sección de Tribunales, a los que pidió que sigan “luchando con coraje” por la “vigilancia de los derechos de los ciudadanos”, afirmó.

Alfonso Merlos, subdirector del programa radiofónico La Mañana de la COPE, recogió el Premio Larra –que se otorga al periodista menor de 30 años que más se haya distinguido durante el año–. El joven periodista reivindicó “un periodismo batallador, vigilante, crítico y en libertad, que no sea dócil ni se someta a los poderes”.

El Premio Francos Rodríguez –que se otorga en reconocimiento a un trabajo o trayectoria profesional periodística relacionada con Madrid–, recayó en Rafael Fraguas, subjefe de la sección Local de Madrid del diario El País, quien calificó el periodismo como “la fuerza que nace para luchar contra la mentira”. “Hoy aquí renuevo mi compromiso con el derecho a la información”, confesó.

Por último, Esperanza Aguirre entregó el Premio Miguel Moya –que se otorga como reconocimiento a una labor amplia y destacada dentro del campo periodístico, realizada por una persona no específicamente periodista– a José Ángel Ezcurra, ex director de Triunfo y actualmente presidente de la Asociación de Amigos de la Revista Triunfo. Ezcurra aclaró que el surgimiento de aquella histórica revista “pretendía traer a nuestro país la cultura. Y la cultura necesita libertad”, explicó. Por su parte, la presidenta de la Comunidad de Madrid Aguirre concluyó el acto apuntando que el “ejemplo de los mejores [refiriéndose, en este caso, a los premiados] es el antídoto más eficaz contra la dificultad y la desilusión”.

Como despedida, bajo la dirección de María de los Ángeles Calahorra, el Coro de la APM interpretó “Oda a la Alegría”, de Ludwig van Beethoven, y “Polka de las calles”, de la zarzuela “La Gran Vía”, de Federico Chueca.

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