La Federación advierte de que se suceden los vetos a los periodistas y a los medios para excluirlos como testigos de los hechos, en una intolerable estrategia que afecta directamente a derechos constitucionales de los periodistas y de los ciudadanos
La FAPE constata con suma preocupación el deterioro de la libertad de prensa y del ejercicio libre del periodismo en nuestro país, donde se suceden los vetos a los periodistas y a los medios para excluirlos como testigos de los hechos, en una intolerable estrategia que afecta directamente a derechos constitucionales de los periodistas y de los ciudadanos
El cierre del año con la exclusión de los periodistas del acto de firma del acuerdo de coalición entre el PSOE y Podemos en la sede del Congreso de los Diputados ha sido el último eslabón de una cadena de límites a los derechos constitucionales a la libertad de expresión y de información registrados en los últimos tiempos.
Estos límites no tienen otro objetivo que convertir en irrelevante el papel del periodismo y de los periodistas. Se trata de impedir que los periodistas cumplan su misión primordial de ejercer un control independiente del poder y de proporcionar a los ciudadanos la información veraz, verificada y contrastada que necesitan para tomar sus decisiones libremente.
Sin la rendición de cuentas a que están obligados los gobiernos, la democracia no sobreviviría. Tal rendición de cuentas tiene como una de sus vías principales las ruedas de prensa con derecho a preguntas. Sin preguntas de los periodistas, las comparecencias se convierten en pura propaganda.
La imposición del silencio informativo perjudica no solo a los periodistas, sino también y en especial a los ciudadanos, a los que se priva de conocer a fondo decisiones que pueden condicionar su vida presente y futura. Los ciudadanos dejan de ser soberanos y pasan a ser siervos, a los que se puede engañar fácilmente con mentiras, bulos y hechos alternativos, como ya vemos en algunos países.
Ante estas estrategias que desprecian la función democrática de nuestra profesión, los periodistas no podemos ser neutrales y debemos defender sin desmayo la Constitución en general y en particular en todos aquellos aspectos que sustentan nuestra misión de servicio a los ciudadanos.
La libertad de expresión, de la que derivan muchas de las otras libertades plasmadas en la Carta Magna, nunca debe darse por conquistada definitivamente. Necesita una defensa constante y diaria. Tenemos que ser conscientes de que en el momento en que bajemos los brazos, los poderes aprovecharán la ocasión para limitarla o suprimirla.
Vetos, ruedas de prensa sin preguntas, exclusión de los periodistas de actos relevantes que afectan a todos los ciudadanos, nos llevan a la conclusión de que la libertad de prensa está en serio peligro en nuestro país. Ha llegado la hora de defenderla con firmeza y decisión. Tenemos que ser conscientes de que sin prensa libre, nuestra profesión está abocada a la desaparición.
Cabe preguntarse si nuestros políticos saben que sin periodismo no hay democracia o han optado por sacrificar la libertad de prensa en aras de la opacidad sin importarles las consecuencias para los derechos constitucionales de los ciudadanos.